He oído muchas ideas buenas sobre el comercio justo y la agricultura ecológica, pero tengo una reacción y una reflexión.
En primer lugar, me parece excesivo imaginar un cambio sustancial basado en que los consumidores paguen más. En la mayoría de los países europeos, los intermediarios pagan una miseria a nuestros productores porque pueden vivir de las subvenciones, es decir, del dinero público que sale de los bolsillos de los consumidores. Éstos también pagan los elevados costes sanitarios de la alimentación industrial, la contaminación y el desempleo. En definitiva, el consumidor ya ha pagado, vía impuestos, 3/4 partes del producto barato de la tienda antes incluso de comprarlo. En estas condiciones, es difícil pedirle que elija el producto más caro de «comercio justo» o ecológico de al lado, que no está subvencionado.
Ahora una reflexión más general:
Mi opinión es que la revolución neoliberal de finales de los 70 llegó con un corpus ideológico que entendía que el Estado debía regular lo menos posible pero subvencionar más. Un cheque para la gasolina, otro para los alimentos, subvenciones tanto a los productores como a los consumidores para mantener los precios bajos. Este abandono del papel del Estado protector hace que los industriales no tengan que sufrir las consecuencias de su modelo (pobreza, salud, desempleo). El mismo principio se aplica en los países de «bajo coste». En efecto, no es por amor a Bangladesh por lo que una marca produce allí, sino porque este Estado, como otros, no desempeña su papel de protección de su población (no contaminar, no hacer trabajar a sus hijos, no destruir sus recursos naturales).
Esta ideología ha sido también la guía de organizaciones como la OMC (Organización Mundial del Comercio), que ha abierto el comercio internacional bajo la premisa de que el simple comercio y el enriquecimiento mutuo producirán desarrollo para todos. En consecuencia, aunque «protegiéramos» mejor en Europa, la justicia para nuestros productores consistiría en dejar de importar de países que no se comprometen a proteger a su propia población y su medio ambiente.
Creo que esta forma de pensar va más allá de los bienes de consumo. Por ejemplo, el Estado del bienestar va a proporcionar ayuda a una persona discapacitada para que supere un obstáculo, en lugar de preguntarse primero por qué no eliminar el obstáculo y permitir que la persona viva con dignidad. Por supuesto, siempre será necesario que la comunidad ayude a sus miembros más vulnerables, pero hoy en día este argumento se explota en beneficio de los intermediarios.
Creo que esta forma de pensar va más allá de los bienes de consumo. Por ejemplo, el Estado del bienestar va a proporcionar ayuda a una persona discapacitada para que supere un obstáculo, en lugar de preguntarse primero por qué no eliminar el obstáculo y permitir que la persona viva con dignidad. Por supuesto, siempre será necesario que la comunidad ayude a sus miembros más vulnerables, pero hoy en día este argumento se explota en beneficio de los intermediarios.
Deben imponerse criterios respetuosos con el medio ambiente, tanto para los productos nacionales como para los importados, porque son menos costosos para el público y garantizan el respeto del suelo, necesario para la supervivencia a largo plazo de la explotación y para la regulación del clima. La agricultura industrial empobrece el suelo y acaba por dejarlo estéril y sin el agua que regula la temperatura.
Traducción realizada con la versión gratuita del traductor DeepL.com